sábado, 25 de mayo de 2013

El Antihéroe




¿Alguien trajo facturas para el mate?

 Por Isidoro Vegh

[…]Cuando desde el lugar de un padre se ejerce el goce de la voz, el grito, esa voz no es del orden del dicho. Cuanto más se grita, menos pasa la palabra. La voz llena el vacío del Otro. Conviene destacar que la voz, para que tenga el valor del imperativo categórico, eso que llamamos el superyó sádico, es una voz que va ligada a una palabra que demanda obediencia, que indica un mandato. Pero que no se reduce a ese mandato o a ese dicho. No es –dice Lacan en el Seminario “La angustia”– la voz de la música. Es una voz que va articulada a una orden. Y que se presenta así en la medida en que no está interrogada.

[…]Cuando el sujeto se encuentra ante una escena en la cual no puede avanzar, es inexorable que apunte para el otro lado, a la regresión. Por ejemplo, ¿quién no perdió alguna vez a un novio, una novia, un marido, una mujer, una amante? Es de lo más común que, en ese tiempo donde se quiebra una relación que para el sujeto ha sido importante, se apele a la agenda, se repasen números viejos. “No tengo recursos para avanzar, pero quiero pasar a algo distinto, probemos con lo que fue.” A veces, pocas, da resultado. La mayoría de las veces produce decepción.

[…]Tal vez no pueda interrogar su atrapamiento y lo viva como la consecuencia de un destino inexorable. Un análisis ayuda al sujeto a que haga de un destino un estilo. Hacer de un destino un estilo implica hacer, del lugar de objeto de goce para el Otro, el lugar vacío que invite a la creación.

[…]El fantasma es un conjunto de significantes anclados por un objeto de goce. Objeto de goce que tampoco es natural: se gesta en los encuentros del sujeto con el lenguaje del Otro. Se gesta en una contingencia, que depende de la relación, desde el comienzo, del sujeto con el Otro.

[…]Otra historia surge cuando el sujeto renuncia con sus sueños, cuando, ante su incapacidad para avanzar de acuerdo a sus sueños, resuelve invertir el recorrido: en lugar de realizar sus sueños, queda al servicio del Otro. El sujeto se siente degradado, sufre. Es lo que llamamos el antihéroe. Podemos encontrarlo en el monólogo de Anton Chejov “Sobre el daño que hace el tabaco” o en personajes representados por Chaplin o Woody Allen. Suelen ser personajes extremos en los cuales advertimos el riesgo que para cada uno implica ignorar el precio de una pérdida necesaria. Cuando una pérdida no es una desgracia, es una pérdida eficaz. En cambio, cuando el sujeto no paga la entrada, sólo tendrá una función deslucida; más de lo mismo.

* de Senderos del análisis. Progresiones y regresiones, que distribuye en estos días ed. Paidós.




lunes, 20 de mayo de 2013

Jorge Cafrune


No soy muy sentimental respecto a los artistas, pero cuando aquellos que son  genuinos parten hacia otras dimensiones no pudo dejar de sentir que el mundo se empobrece un poco. He llorado o extrañado a menos. Más que nada  a aquellos que siento que su partrida fue prematura. Una fue la Negra Sosa. Otro, Jorge Cafrune. Gente con una voz inigualable y una sensibilidad por lo popular y por las personas que sufren en este mundo desigual. Hoy, Eva Cafrune, hija de Jorge, subió esta foto al Facebok y me llegó al alma. Lo pinta de cuerpo entero, brindando sus cantares en una escuelita rural.

¡Inolvidable, Jorge Cafrune!

 
Jorge Cafrune por el Tomi Muller

domingo, 12 de mayo de 2013

El lugar del síntoma




No son pocas las veces que el hijo es colocado en el lugar del síntoma, del chivo expiatorio sobre el cual cae toda la responsabilidad del sufrimiento familiar. Él es el problema y, ubicado en ese lugar, resulta funcional a todos y paga con su sufrimiento el costo de la patología del hogar.

Lic. Gabriel Rolón